¿De qué color es el futuro?

Ayer hice un pequeño camino con la pintura creativa, pintura acompañada, acogida, protegida, pintura de mirarme con el corazón abierto, transformando la empatía de mi acompañante en autoempatía sanadora.

Descubrí que mi tristeza , gotas negras, me salpica como una lluvia, gota a gota, a veces chaparrón, a veces tormenta, a veces niebla.

El dolor, rojo intenso, sangre, envuelve a la tristeza sin dejar resquicio. Tiene raíces que se pierden mas allá del presente, mas allá de mi vista, mas allá de mi memoria.

Empujando, como el viento a la vela, sin tocar, sin contacto, el tiempo, flecha+motor que me trae al ahora los nudos, algunos antiguos, sin resolver.

Descubrí que el problema no es el tiempo o la falta de tiempo, es el dolor, dolor que no me deja llegar a la tristeza.

Descubrí que la tierra y la semilla están en mí y que la escucha profunda es el agua que me ayudar a geminar, a crecer; es una brújula que me orienta para andar con el mapa de mi vida. La  escucha profunda me ha dado la luz para sentir y ver qué necesito, para pensar, decidir, mirar de otra manera.

Descubrí, a través del acompañamiento acogedor, de la pintura y mis reflexiones la clave que me proporciona la esperanza que estaba necesitando:
el futuro tiene el color de los abrazos.

Y descubrí que la vida, mi vida, está en la tierra fértil del tiempo y los abrazos.
Descubrí:
Que siempre tuve+tengo tiempo.
Que siempre tuve+tengo abrazos.

Entradas populares de este blog

Con la voz, las palabras, los silencios

Celebro y agradezco personas

Las raices de mi vida